¿Qué
dice la biblia realmente?
Antes que todo quiero
agradecer a aquellos que van en busca de la verdad pues no existe otro camino
para llegar a ser salvo que transitar en las sendas de la verdad. “Para esto yo he nacido
y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que
es de la verdad escucha mi voz.” Juan 18:37 (Versión
LBLA)
Dios es infinito puesto que no
podemos llegar a comprenderlo. Pero La Biblia nos revela ciertas auroras que
nos sirven para ver a Dios como Él quiere ser concebido en nuestra mente y nos
lo señala para que nuestra mente no marche errabunda de su creador,
mostrándonos ¿Quién es en realidad? ¿Qué características corporales tiene?
¿Cómo es su carácter? ¿Y cuál su relación con la persona de Jesús y el Espíritu
Santo? Nunca sabremos todo de él, solo llegaremos a
comprender lo que necesitamos para obedecerle y amarle.
Deuteronomio 29:29 “Las cosas secretas pertenecen a
Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos
para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.”
En los años en los cuales se
relataban las historias de tierras inexploradas, un hombre buscaba descubrir un
paraíso nuevo no fue sino en el siglo XV que Cristóbal Colón encontró un nuevo
continente descubriendo que era más grande de lo que creía; URSS y E.E.U.U.
exploraron el cielo y se dieron cuenta que era más inmenso de lo que pensaron;
El Telescopio Hubble descubrió que en el espacio existen millones de galaxias,
soles y planetas nunca antes vistos. Sí así es la creación del Creador ¿Cómo
será Él? Muchos han querido desde siempre idear a Dios a su manera, razonarlo,
ponerle reglas, o enmarcarlo en un libro
de historia, ponerle nombres, retratarlo en una escultura, en un óleo o negarlo,
cuando es imposible que sea medido.
En la película de pixpar “TOY
HISTORY” Buzz Ligher del comando estelar no asimilaba su naturaleza de juguete.
“Dado
a que somos seres creados con muchísimas limitantes queremos aplicar limites al
creador como si Éste fuese creatura.”
DIOS UTILIZO MEDIOS PARA
REVELARSE ASÍ MISMO
1-La
revelación verbal: Desde tiempos atrás no todos conocían a Dios por
nombre pero la revelación fue hecha a través de muchos medios; entre ellos
mencionamos el conocimiento que trasmitían verbalmente los padres a sus hijos
por milenios. Esto consistía en contar a sus hijos su propio origen, la
creación, y la existencia de un Dios creador quien les permito la vida
formándolos decían, de distintos tipos de materiales de la tierra o a veces del
cielo.
2- La
revelación por su creación. Si observamos una obra de arte
fácilmente podemos observar la personalidad, ánimo, gustos del autor a través
de su creación sin siquiera conocerle. También Dios se reveló a través de su
creación; Romanos 1:20”Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.”
Sal.19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de
sus manos.”
3- La
revelación directa: Aquella que Dios realiza sin usar
ningún medio.
4- La
revelación en Horeb: Dios fue mas Especial para su
Pueblo Israel a quien le hablo personalmente desde el monte Horeb diciendo: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre.” Ex.20:2. Allí comienza Dios a mostrarle al pueblo su carácter,
celo, amor y misericordia con el hombre. Recuerde que les reveló su nombre “YHWV”
y poseían el conocimiento que les transmitían verbalmente sus padres. A partir
de este pacto Dios comenzaría a presentarse de muchas maneras y formas
únicamente con el pueblo de Israel. Luego veremos más adelante las teofanías que se valió Dios para
que descubramos su personalidad.
5-La revelación a través de profetas: También Dios
se valió de los profetas: “habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas...” Hebreos1:1 Los profetas revelaban al pueblo de Israel la santidad
de Jehová hacia el pecado y la misericordia y perdón al confesarlo. Algunos
quedaron escritos los cuales hoy conocemos como Los profetas revelaban al
pueblo de Israel la santidad de Jehová hacia el pecado y la misericordia y
perdón al confesarlo. Estos escritos los cuales hoy conocemos como Los profetas
mayores y menores en nuestras biblias fueron los que contenían numerosas
profecías sobre la identidad del mesías y su relación con él, más tarde este
salvador revelará actitudes y actividades sorprendentes de Dios a causa de una
relación personal, no espiritual solamente y encomendado por Dios a dar Su
mensaje a la humanidad: Heb.1:1 Dios, habiendo
hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padresa por los
profetas…”
6- La Revelación
a través del Hijo de Dios: Otro método que Dios utilizó para
revelarse al hombre fue su hijo Jesucristo “…en
estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de
todo y por quien asimismo hizo el universo.” Hebreos1:1 Él testificaba ante los fariseos opositores y
el pueblo que le conocía: “Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco,
sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra.” San Juan 8:55 No podemos negar que nadie nos
revelo tan claro al Padre que Jesús, sus actitudes, deseos, bondad y amor como
lo afirma el apóstol Juan. Él es la
revelación definitiva, completa y perfecta: “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a
conocer.” San Juan 1:18 Felipe quiso ver al Padre a lo que Él le respondió “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues,
dices tú: Muéstranos el Padre? sanjuan14.8 Sin duda
lo que Jesús hablo del Padre nos ayudara a descubrir la identidad de Dios.
7-la
revelación Escritural: No hay libro más fidedigno que La
Santa Biblia, estudiada por arqueólogos, historiadores, científicos, ambos han
llegado al común acuerdo que es fiable y precisa y digna de basar su fe ella.
Dios preservo su revelación a través de los siglos en ella. La Biblia pasa por
una etapa de interpretación desde los papiros más antiguos hasta hoy. Guarda
las mismas palabras de dichas por Jehová descubriendo quién es las cuales
podemos estudiar por ello en este estudio lo que ella diga de Dios eso
creeremos.
Todo lo anterior afirma que si Dios si nos permite
llegar a conocerle y que todo concepto fuera de estos medios no hay base fiable
más que la que Él establecen para conocerle y ser salvo “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” San juan 17:3
CORRIENTES FILOSÓFICAS QUE TRATAN DE DIOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA.
Todas las religiones pretenden enseñar el vinculo que existe entre Dios y su Profeta Jesús. Es allí donde surgen algunas corrientes herejes que se alejan de la fe y que llegan a torcer la interpretación canónica. muchas de ellas practican extremismos, negaciones y hasta blasfemias en cuanto a la relación Cristo-Dios.
Aquí mencionamos algunas de ellas:
ADOPCIONISMO
Forma primitiva de cristología. El adopcionismo pudo ser la
forma de entender la relación Cristo-Dios entre algunos judeocristianos que
consideraban a Jesús como un hombre al que el Padre hizo «Señor» y «Dios», con
lo que intentaban mantenerse dentro de la ortodoxia judía. Los ebionitas
fueron uno de los primeros grupos adopcionistas.
Debe distinguirse entre estos adopcionistas y otras
interpretaciones similares que algunos eruditos modernos atribuyen a los
nestorianos y antioqueños, y a teólogos como Pablo de Samosata, Teodoro de
Mopsuestia y Hermas; todo lo cual es discutible.
ARRIANISMO
Movimiento
teológico en el cristianismo. Arrio (ca. 256–336), presbítero de la iglesia de
Alejandría, aceptó de cierta forma la divinidad de Cristo, pero afirmó que la
Segunda Persona de la Trinidad no es coeterna con el Padre, la Primera Persona,
sino que fue engendrada y no existía con anterioridad a ese hecho. Arrio estuvo
bajo la influencia de Luciano de Antioquía (su maestro) y de Eusebio de
Nicomedia (su amigo y futuro Patriarca de Constantinopla). Para Arrio, el Hijo
de Dios no era eterno sino creado por el Padre como instrumento para crear el
mundo y, por lo tanto, no era Dios por naturaleza, sino una criatura que
recibió la alta dignidad de Hijo de Dios ya que fue «engendrado», debido a que
el Padre, en su preconocimiento, sabía de su condición de justo y de su
fidelidad incondicional.
La controversia surgió en una disputa entre Arrio y el
obispo Alejandro de Alejandría. Históricamente, se reconoce a Atanasio de
Alejandría como el principal oponente de Arrio y como defensor de la
cristología.
El Concilio de Nicea (325 d.C.) condenó las doctrinas
arrianas, pero la controversia arriana se prolongó mucho. Tuvo gran vigencia
aun después del Concilio de Nicea, ya que un sucesor de Constantino, su hijo
Constancio, simpatizaba con Arrio. Los ostrogodos, los visigodos y otros
pueblos germánicos se mantuvieron como arrianos por varios siglos. Algunos
historiadores piensan que hubo un momento en que el arrianismo estuvo a punto de
convertirse en la teología predominante del cristianismo. Considerado como una
secta herética y condenado por los concilios, el arrianismo perdió fuerza y
desapareció casi totalmente a principios de la Edad Media, aunque resurgió en
algunos aspectos aislados dentro de otros movimientos.
SABELIANISMO
Movimiento
teológico del siglo III. Doctrina preferida de los seguidores de Sabelio
(residente en Roma alrededor del año 215), que enseñaba que la Trinidad forma
una sola persona manifestada bajo tres aspectos sucesivos: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. En cierta forma era una versión de un movimiento teológico
anterior, el monarquianismo del siglo II en Asia Menor y Roma.
A pesar de
ciertas apariencias de ortodoxo, el término
monarquianismo se aplicó a
partidarios de un punto de vista unipersonal y no trinitario. La palabra «monarquía», utilizada por algunos para describir
esta posición, tiene relación con la primacía de Dios como Padre, mientras que
el Hijo y el Espíritu Santo serían modos reveladores y temporales de la
autorrevelación del Padre. Fueron objeto de fuertes críticas por parte de
Tertuliano. Actualmente conocidos como "La Luz del Mundo" o "La Fe en Jesús".
En la versión
de Sabelio, este insistió en aceptar la deidad de Cristo a la vez que se
mantenía la unidad de Dios. Las personas de la Trinidad eran en realidad modos
o manifestaciones de Dios.
MONARQUIANISMO
Movimiento
teológico. Los que apoyaban un punto de vista unipersonal y no trinitario de la
naturaleza de Dios con el fin de preservar su unidad. «Monarquianos dinamistas»
eran los que entendían que Jesús era un hombre que se convirtió en Hijo de Dios
durante su bautismo y «monarquianos modalistas» los que afirmaban que tenía en
sí la divinidad completa. Para ellos, la encarnación de Dios el Padre era un
esfuerzo por mantener la divinidad del Hijo y la unidad de Dios. Estos últimos
profesaban el sabelianismo.
Tertuliano
(siglo III) acuñó el término «monarquiano».
MODALISMO
Herejía antigua. Los orígenes del modalismo se
encuentran en Asia Menor y se extendió hasta África del Norte y Roma. Entre sus
promotores estuvieron Noeto y Práxeas en el siglo III d.C. El principal teólogo
de esta escuela fue Sabelio (sabelianismo).
Según la doctrina, las tres personas de la santísima Trinidad son únicamente
manifestaciones o modalidades de Dios.
UNITARISMO
Movimiento
fundado en Italia por Lelio y Fausto Socino (1539–1604). Sigue la línea
racionalista de Erasmo de Rotterdam. Es una filosofía religiosa que niega la
divinidad de Cristo, aunque lo venera. Fue creada dentro del protestantismo, y
afirma, entre otras cosas, la salvación de toda la humanidad. No cree en toda
la Biblia, en el pecado ni en la Trinidad. Se asemeja a la doctrina del
universalismo.
Movimiento religioso. Pese a que se inició como movimiento organizado en
Hungría y Polonia en el siglo XVI mediante el
socinianismo, existen tendencias
unitarias, es decir, contrarias a la doctrina de la Trinidad, desde épocas
remotas. Movimientos o doctrinas con elementos de unitarismo son algunas formas
de monarquianismo, arrianismo
y adopcionismo.
Los unitarios, además de negar la Trinidad, tienden a un
radicalismo teológico, como lo evidencia el rechazo de los milagros y lo
sobrenatural, así como el aceptar ideas de otras religiones no cristianas. Esos
elementos no estaban presentes en los primeros experimentos unitarios, pero sí
en el unitarismo de los siglos XIX y XX.
Las tendencias antitrinitarias se reflejaron
nuevamente durante la Reforma del siglo XVI como reacción a la posición
trinitaria de Roma y de los principales reformadores protestantes. El más
famoso teólogo antitrinitario de ese período fue Miguel Servet, médico español
perseguido por católicos y protestantes.
En Polonia, la predicación de Valentino Gentilis, Juan
Pablo Alciato y el doctor Blandrata (que también predicó en Hungría), abrió el
camino para los avances del socinianismo y la formación de la llamada «iglesia
menor» o «hermanos polacos». El movimiento logró infinidad de seguidores, pero
fue restringido y después eliminado casi completamente.
El unitarismo sobrevivió en Transilvania y Hungría. El
más conocido es el inglés, cuyos pioneros fueron los ministros protestantes
Juan Biddle y Teófilo Lindsey, que fundó la capilla Essex, en 1774, en la
ciudad de Londres. Una gran contribución la hizo el famoso científico Joseph
Priestly, propulsor de congregaciones unitarias en varios lugares hasta su
exilio a Estados Unidos por apoyar la Revolución Francesa. En 1813, quedó
reconocido el movimiento unitario que se organizó como Asociación Unitaria
Británica y Extranjera en 1825.
En Estados Unidos, Priestley organizó una iglesia en
Pensilvania. King’s Chapel, iglesia episcopal de Boston, se convirtió en
congregación unitaria bajo el liderazgo del Rvdo. James Freeman. Una serie de
teólogos liberales pasó entonces al unitarismo y llegaron a controlar la
cátedra de Teología de Harvard, al menos por un tiempo.
La Asociación Unitaria Americana se unió a los
partidarios del universalismo y surgió la Asociación Universalista y Unitaria,
a la cual pertenecen numerosos intelectuales.
El unitarismo no organizado (o sea, las ideas
unitarias antitrinitarias) ha florecido en sectores del pensamiento americano.
Varios presidentes de Estados Unidos se identificaron como unitarios en cuanto
a pensamiento o a militancia confesional, entre ellos Thomas Jefferson. (1)
Sí nos detenemos a meditar claramente cada una de
estas herejías llegaremos a la conclusión que cada una difiere en la concepción
no solo de Dios Padre sino en su hijo Jesucristo. Ahora veamos a continuación
detalladamente nuestro entendimiento de Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo.
TRITEÍSMO
Creencia en tres dioses. No debe confundirse con la
doctrina cristiana de la Trinidad, ya que en esta no se cree en tres dioses,
sino en tres personas en un mismo Dios, lo cual es diferente.
LA TRINADAD A TRAVÉS DE LA
HISTORIA.
LA TRINIDAD
La
formulación histórica de la Trinidad (palabra derivada del latín trinitas,
que significa “cualidad de ser tres”) trata de circunscribir y salvaguardar
este misterio. El hecho que esta palabra no se encuentre en la Biblia no
significa rotundamente que no debemos creer en ella. Por ejemplo la palabra “escatología”
no se halla pero sí estudiamos y creemos la doctrina de las últimas cosas. Igual
con esta palabra no bíblica pero sí demostrada por Dios, la historia, Padres apostólicos,
escritos pseudoepigraficos, y la Biblia. Al final basaremos conclusiones en su enseñanza
y sana interpretación.
Un poco
de historia:
EL CREDO DE NICEA
El concilio se reunió por fin en la ciudad de Nicea, en el Asia Menor y
cerca de Constantinopla, en el año 325. Es esta asamblea la que la posteridad
conoce como el Primer Concilio Ecuménico —es decir, universal.
El número exacto de los obispos que asistieron al concilio nos es
desconocido, pero al parecer fueron unos trescientos. Para comprender la
importancia de lo que estaba aconteciendo, fue porque que varios de los
presentes habían sufrido cárcel, tortura o exilio poco antes, y que algunos
llevaban en sus cuerpos las marcas físicas de su fidelidad, todo por
desacuerdos entre cristianos en cuanto al tema de la naturaleza de Jesús. Y
ahora, pocos años después de aquellos días de pruebas, todos estos obispos eran
invitados a reunirse en la ciudad de Nicea, y el emperador cubría todos sus
gastos. Muchos de los presentes se conocían de oídas o por correspondencia.
Pero ahora, por primera vez en la historia de la iglesia, podían tener una
visión física de la universalidad de su fe. En su Vida de Constantino Eusebio
de Cesarea nos describe la escena:
Allí se reunieron los más
distinguidos ministros de Dios, de Europa, Libia [es decir, Africa] y Asia. Una
sola casa de oración, como si hubiera sido ampliada por obra de Dios, cobijaba
a sirios y cilicios, fenicios y árabes, delegados de la Palestina y del Egipto,
tebanos y libios, junto a los que venían de la región de Mesopotamia. Había
también un obispo persa, y tampoco faltaba un escita en la asamblea. El Ponto,
Galacia, Panfilia, Capadocia, Asia y Frigia enviaron a sus obispos más
distinguidos, junto a los que vivían en las zonas más recónditas de Tracia,
Macedonia, Acaya y el Epiro. Hasta de la misma España, uno de gran fama [Osio
de Córdoba] se sentó como miembro de la gran asamblea. El obispo de la ciudad
imperial [Roma] no pudo asistir debido a su avanzada edad, pero sus presbíteros
lo representaron.
Constantino es el primer príncipe de todas las edades en haber juntado
semejante guirnalda mediante el vínculo de la paz, y habérsela presentado a su
Salvador como ofrenda de gratitud por las victorias que había logrado sobre
todos sus enemigos. En este ambiente de euforia, los obispos se dedicaron a
discutir las muchas cuestiones legislativas que era necesario resolver una vez
terminada la persecución. La asamblea aprobó una serie de reglas para la
readmisión de los caídos, acerca del modo en que los presbíteros y obispos
debían ser elegidos y ordenados, y sobre el orden de precedencia entre las
diversas sedes.
Pero la cuestión más escabrosa que el Concilio de Nicea tenía que
discutir era la controversia arriana. En lo referente a este asunto, había en
el concilio varias tendencias.
En primer lugar, había un pequeño grupo de arrianos convencidos,
capitaneados por Eusebio de Nicomedia —personaje importantísimo en toda esta
controversia, que no ha de confundirse con Eusebio de Cesarea—. Puesto que
Arrio no era obispo, no tenía derecho a participar en las deliberaciones del
concilio. En todo caso, Eusebio y los suyos estaban convencidos de que su posición
era correcta, y que tan pronto como la asamblea escuchase su punto de vista,
expuesto con toda claridad, reivindicaría a Arrio y reprendería a Alejandro por
haberle condenado.
En segundo lugar, había un pequeño grupo que estaba convencido de que las
doctrinas de Arrio ponían en peligro el centro mismo de la fe cristiana, y que
por tanto era necesario condenarlas. El jefe de este grupo era Alejandro de
Alejandría.
Junto a él estaba un joven diácono que después se haría famoso como uno
de los gigantes cristianos del siglo IV, Atanasio.
Los obispos que procedían del oeste, es decir, de la región del Imperio
donde se hablaba el latín, no se interesaban en la especulación teológica. Para
ellos la doctrina de la Trinidad se resumía en la vieja fórmula enunciada por
Tertuliano más de un siglo antes: una substancia y tres personas.
Otro pequeño grupo —probablemente no más de tres o cuatro— sostenía
posiciones cercanas al “patripasionismo”, es decir, la doctrina según la cual
el Padre y el Hijo son uno mismo, y por tanto el Padre sufrió en la cruz.
Aunque estas personas estuvieron de acuerdo con las decisiones de Nicea,
después fueron condenadas. Empero, a fin de no complicar demasiado nuestra
narración, no nos ocuparemos más de ellas.
Por último, la mayoría de los obispos presentes no pertenecía a ninguno
de estos grupos. Para ellos, era una verdadera lástima el hecho de que, ahora
que por fin la iglesia gozaba de paz frente al Imperio, Arrio y Alejandro se
hubieran envuelto en una controversia que amenazaba dividir la iglesia. La
esperanza de estos obispos, al comenzar la asamblea, parece haber sido lograr
una posición conciliatoria, resolver las diferencias entre Alejandro y Arrio, y
olvidar la cuestión.
En esto estaban las cosas cuando Eusebio de Nicomedia, el jefe del
partido arriano, pidió la palabra para exponer su doctrina. Al parecer, Eusebio
estaba tan convencido de la verdad de lo que decía, que se sentía seguro de que
tan pronto como los obispos escucharan una exposición clara de sus doctrinas
las aceptarían como correctas, y en esto terminaría la cuestión. Pero cuando
los obispos oyeron la exposición de las doctrinas arrianas su reacción fue muy
distinta de lo que Eusebio esperaba. La doctrina según la cual el Hijo o Verbo
no era sino una criatura —por muy exaltada que fuese esa criatura— les pareció
atentar contra el corazón mismo de su fe. A los gritos de “¡blasfemia!”,
“¡mentira!” y “¡herejía!”, Eusebio tuvo que callar, y se nos cuenta que algunos
de los presentes le arrancaron su discurso, lo hicieron pedazos y lo
pisotearon.
El resultado de todo esto fue que la actitud de la asamblea cambió.
Mientras antes la mayoría quería tratar el caso con la mayor suavidad posible,
y quizá evitar condenar a persona alguna, ahora la mayoría estaba convencida de
que era necesario condenar las doctrinas expuestas por Eusebio de Nicomedia.
Al
principio se intentó lograr ese propósito mediante el uso exclusivo de citas
bíblicas. Pero pronto resultó claro que los arrianos podían interpretar
cualquier cita de un modo que les resultaba favorable —o al menos aceptable—.
Por esta razón, la asamblea decidió componer un credo que expresara la fe de la
iglesia en lo referente a las cuestiones que se debatían. Tras un proceso que
no podemos narrar aquí, pero que incluyó entre otras cosas la intervención de
Constantino sugiriendo que se incluyera la palabra “consubstancial” —palabra
ésta que discutiremos más adelante en este capítulo— se llegó a la siguiente
fórmula, que se conoce como el Credo de Nicea:
Creemos en un Dios Padre
Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles.
Y en un
Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es
decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de
Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual
todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que
están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación
descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día,
y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos.
Y en el
Espíritu Santo.
A quienes
digan, pues, que hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de ser
engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue
formado de otra substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o
variable, a éstos anatematiza la iglesia católica.
Esta fórmula, a la que después se le añadieron varias cláusulas —y se le
restaron los anatemas del último párrafo— es la base de lo que hoy se llama
“Credo Niceno”, que es el credo cristiano más universalmente aceptado. El
llamado “Credo de los Apóstoles”, por haberse originado en Roma y nunca haber
sido conocido en el Oriente, es utilizado sólo por las iglesias de origen occidental
—es decir, la romana y las protestantes—. Pero el Credo Niceno, al mismo tiempo
que es usado por la mayoría de las iglesias occidentales, es el credo más común
entre las iglesias ortodoxas orientales —griega, rusa, etc.
Detengámonos por unos instantes a analizar el sentido del Credo, según
fue aprobado por los obispos reunidos en Nicea. Al hacer este análisis, resulta
claro que el propósito de esta fórmula es excluir toda doctrina que pretenda
que el Verbo es en algún sentido una criatura. Esto puede verse en primer lugar
en frases tales como “Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios
verdadero”. Pero puede verse también en otros lugares, como cuando el Credo
dice “engendrado, no hecho”. Nótese que al principio el mismo Credo había dicho
que el Padre era “hacedor de todas las cosas visibles e invisibles”. Por tanto,
al decir que el Hijo no es “hecho”, se le está excluyendo de esas cosas
“visibles e invisibles” que el Padre hizo. Además, en el último párrafo se
condena a quienes digan que el Hijo “fue hecho de las cosas que no son”, es
decir, que fue hecho de la nada, como la creación. Y en el texto del Credo,
para no dejar lugar a dudas, se nos dice que el Hijo es engendrado “de la
substancia del Padre”, y que es “consubstancial al Padre”. Esta última frase,
“consubstancial al Padre”, fue la que más resistencia provocó contra el Credo
de Nicea, pues parecía dar a entender que el Padre y el Hijo son una misma
cosa, aunque su sentido aquí no es ése, sino sólo asegurar que el Hijo no es
hecho de la nada, como las criaturas.
En todo caso, los obispos se consideraron
satisfechos con este credo, y procedieron a firmarlo, dando así a entender que
era una expresión genuina de su fe. Sólo unos pocos —entre ellos Eusebio de
Nicomedia— se negaron a firmarlo. Estos fueron condenados por la asamblea, y
depuestos. Pero a esta sentencia Constantino añadió la suya, ordenando que los
obispos depuestos abandonaran sus ciudades. Esta sentencia de exilio añadida a
la de herejía tuvo funestas consecuencias, como ya hemos dicho, pues estableció
el precedente según el cual el estado intervendría para asegurar la ortodoxia
de la iglesia o de sus miembros.
TRINIDAD A LA LUZ DE LAS SANTAS ESCRITURAS
DIOS ES UNO Y TRES
Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor,
Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí
no hay Dios.
Isaías 44:6
El
Antiguo Testamento insiste continuamente en que sólo hay un Dios, el Creador
que se ha revelado a sí mismo, a quien se debe adorar y amar de manera
exclusiva (Deuteronomio 6:4–5; Isaías 44:6–45:25).
El Nuevo Testamento está de acuerdo (Marcos
12:29–30;1 Corintios 8:4; Efesios 4:6; 1
Timoteo 2:5), pero habla del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres
agentes personales que obran juntos como equipo para producir la salvación (Romanos 8; Efesios 1:13–14; 2 Tesalonicenses 2:13–14; 1
Pedro 1:2).
Esta doctrina surge de los hechos que presentan los historiadores del
Nuevo Testamento, y de la enseñanza de revelación que, hablando a lo humano,
creció a partir de esos hechos. Jesús, quien oró a su Padre y les enseñó a los
discípulos a hacer lo mismo, los convenció también de que Él era personalmente
divino, y la creencia en su divinidad y en que es correcto ofrecerle nuestra
adoración y nuestras oraciones, es básica dentro de la fe del Nuevo Testamento
(Juan 20:28–31; cf. 1:18; Hechos 7:59; Romanos 9:5;
10:9–13; 2 Corintios 12:7–9; Filipenses 2:5–6; Colosenses 1:15–17; 2:9; Hebreos
1:1–12; 1 Pedro 3:15).
Él mismo prometió enviar otro Paráclito (Él había sido el primero), y la
palabra paráclito describe un
ministerio personal con muchas facetas, como las de consejero, abogado,
ayudador, consolador, aliado, apoyo (Juan 14:16–17, 26: 15:26–27; 16:7–15).
Este otro Paráclito, que vino el día de Pentecostés para cumplir con este
ministerio prometido, era el Espíritu Santo, reconocido desde el principio como
una tercer
a persona divina: mentirle a Él, dijo Pedro poco después de Pentecostés,
es mentirle a Dios (Hechos 5:3–4).
Así fue como Cristo ordenó que se bautizara “en el nombre (singular: un
Dios, un nombre) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”: las tres
personas que son el Dios único al que se consagran los cristianos (Mateo 28:19). Así es como encontramos a las tres
personas en el relato sobre el bautismo del propio Jesús: el Padre reconoce al
Hijo, y el Espíritu manifiesta su presencia en la vida y el ministerio del Hijo
(Marcos 1:9–11). Así es como leemos la bendición trinitaria de 2 Corintios 13:14, y la oración para pedirles
gracia y paz al Padre, al Espíritu y a Jesucristo, en Apocalipsis
1:4–5 (¿ habría puesto Juan al Espíritu entre el Padre y el Hijo si no
lo hubiera considerado divino en el mismo sentido que ellos?). Éstos son
algunos de los ejemplos más destacados con respecto a la postura y el énfasis
trinitario del Nuevo Testamento. Aunque no aparezca en su texto el lenguaje
técnico del trinitarianismo histórico, la fe y el pensamiento trinitarios están
presentes a lo largo de todas sus páginas, y en ese sentido, se debe reconocer
la Trinidad como una doctrina bíblica: una verdad eterna acerca de Dios que,
aunque no aparece nunca de manera explícita en el Antiguo Testamento, es clara
y manifiesta en el Nuevo.
La afirmación básica de esta doctrina es que la unidad del Dios único es
compleja. Las tres “subsistencias” personales (como se les llama) son centros
iguales y coeternos de conciencia propia; cada una de ellas es un “yo” en
relación con dos que son “tú”, y cada una de ellas participa de la plenitud de
la esencia divina (la “sustancia” de la divinidad, si nos atrevemos a llamarla
así), junto con las otras dos. No se trata de tres papeles representados por
una sola persona (eso es modalismo); tampoco se trata de tres dioses que
forman un grupo (eso es triteísmo); el Dios único (“Él”) es también e
igualmente “ellos”, y “ellos” están siempre juntos y siempre cooperan. El Padre
toma la iniciativa, el Hijo se somete y el Espíritu ejecuta la voluntad de
ambos, que es también la suya propia. Ésta es la verdad acerca de Dios que fue
revelada a través de las palabras y las obras de Jesús, y que le proporciona
una fuerte base a la realidad de la salvación, tal como la presenta el Nuevo
Testamento.
La importancia práctica de la doctrina de la Trinidad se encuentra en
que nos exige prestar igual atención y dar igual honor a las tres personas en
la unidad de su misericordioso ministerio con nosotros. Ese ministerio es el
tema que trata el Evangelio, que no es posible plantear, tal como lo demuestra
la conversación de Jesús con Nicodemo, sin traer a colación sus distintos
papeles dentro del plan de gracia divino (Juan
3:1–15; observe en especial los vv. 3, 5–8,
13–15, y los comentarios expositivos de Juan, que algunas versiones
presentan como parte de la propia conversación, vv. 16–21).
Según la norma bíblica, todas las formulaciones no trinitarias del mensaje
cristiano son inadecuadas y, en realidad, fundamentalmente falsas, y por
naturaleza, tenderán a desfigurar la vida cristiana.
LA DIFERENCIACIÓN DE LAS PERSONAS EN LA TRINIDAD
Prosiguiendo más allá en el estudio de lo que puede conocerse con
relación al trino modo de existencia, llegamos ahora al cuarto aspecto de la
doctrina que establece que aunque cada una de las tres personas posee la
plenitud de la naturaleza divina; no obstante, se declara que estas personas
son hipóstasis distintas que no se deben mezclar ni confundir.
El afirmar que las tres personas son distintas no significa que la
deidad esté compuesta por una relación tan simple como la que se da entre tres
hombres que se asocian entre sí con relación a ciertos ideales o principios.
Esta suposición, en el caso de Dios, sería un triteísmo procaz. La trinidad se compone
de tres personas unidas sin existencia separada; tan completamente unidas como
para formar un sólo Dios. Aún así, cada persona posee en particular
inteligencia, voluntad, poder y todas las
características de personalidad que las hace ser mutuamente,
diferenciables. Esta diferenciación se expresa aun en el uso de los pronombres
personales yo, tú y él, que son usados por las personas de la deidad cuando se
dirigen la una a la otra (Jn. 17:4-5, 21; 16:7-8, 13-14). Las tres personas son
perfecta y eternamente armoniosas, aunque distintas entre sí.
En este punto es donde las demás corrientes filosóficas demuestra su más
acentuado alejamiento de las Escrituras, pues la fuerza de sus argumentaciones
reside en negar la diferenciación de las personas para establecer, en su lugar,
una completa confusión de las mismas. Ellos asumen que la Deidad es una sóla
persona y que Padre, Hijo y Espíritu Santo no son más que tres modos o nombres
de la misma. Pero, en realidad, las tres personas no son un mero modo de
manifestación de la Deidad, sino, como hemos dicho, son tres subsistencias
inteligentes realmente distintas entre sí. El Monarquianismo viene así a ser,
no solamente un intento fracasado de explicar la unicidad de Dios, sino que
también una enorme, distorsión de la naturaleza divina.
Examinemos, en primer lugar
Mateo 20:23 "El les dijo: A la verdad, de mi
vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;
pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a
aquellos para quienes está preparado por mi Padre". En este
versículo se advierte fácilmente que el Padre es distinto al Hijo, cuando Jesús
expresa que el disponer quiénes se sentarán a su lado en el Reino es una
atribución que no le corresponde a él sino a su Padre. De ser veraces las
ilusiones del Sabelianismo, según las cuales Jesús es el Padre, no tendría por
qué existir ninguna complicación cuando la madre de los hijos de Zebedeo le
solicita a Jesús el lugar de prominencia para Santiago y Juan, ya que como
Padre él hubiera otorgado o denegado la petición. Pero el hecho sobresaliente
de que Jesús afirme que esa atribución no le pertenece a él sino a su Padre,
establece la clarísima verdad de que el Padre es una persona distinta a Jesús.
Marcos 13:32 "Pero de aquel día y de la hora
nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el
Padre". En este versículo tenemos de nuevo establecida la distinción entre
Padre e Hijo. El demostrar que los ángeles son personalidades diferentes al
Padre, resulta sencillo por el hecho de que poseen un conocimiento propio
diferente al del Padre y a cuyo alcance escapan los designios en cuanto a la
venida del Hijo del Hombre. Pero, todos estos elementos aparecen también en
relación al Hijo, quien tampoco conoce el, día y la hora que el Padre ha
dispuesto. A conocimientos distintos, obviamente, corresponden personalidades
también distintas.
Juan 1: 18 "A Dios nadie le vio jamás; el
unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". Tenemos
ante nosotros un pasaje, de los muchos que hay que muestra la distinción de las
personas desde la óptica de la encarnación. Repetidamente se establece que el
Padre no descendió a la tierra, sino el que salió del Padre, esto es, el Hijo.
Dios, en la persona del Padre, no ha sido visto jamás, pero el Hijo le ha dado
a conocer, lo cual, sería imposible si de alguna manera el Padre no fuera
distinto del Hijo. Esto queda claro por las mismas expresiones del Señor Jesús,
quien hablando sobre su Padre, establecía una tras otra, claras diferencias: "También el Padre que me envió ha dado testimonio
de mi. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto este, aspecto, ni tenéis su
palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis"
(Jn. 5:37-38). Debe ser tan ciego como una piedra, aquél que después de
tan enfáticas declaraciones de nuestro Señor, todavía no comprenda que Jesús no
es el Padre. Juan 8: 16-18 "y si yo juzgo, mi
juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el
Padre. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es
verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da
testimonio de mí". El Señor Jesús demostraba la autenticidad de su
misión apelando a los preceptos de Moisés; entre ellos, el que establecía que
para dirimir justamente cualquier causa se necesitaba. El testimonio de dos o
tres testigos (Nm. 35:30; Dt. 17:6; 19:15).
Jesús aseguraba que tenía dos testigos verdaderos que atestiguaban que,
ciertamente, él era la luz del mundo. Esos testigos eran él mismo y el Padre
que le envió. La sensatez conduce a la deducción natural de que dos testimonios
solamente pueden ser dados por dos personas distintas. No puede una misma
persona hacer valer su testimonio como dos. La pretensión de los sectarios es
que, Jesús usó su nombre de Padre para dar un testimonio, y luego, él mismo,
usó su nombre de Hijo para dar un segundo testimonio. Pero, cualquier jurista
honesto concordará con nosotros en pensar que tal actitud, por parte de Jesús,
no sería menos que una bribonada. De un Dios justo no podemos esperar tal
inmoralidad. Por otro lado, el Señor Jesús no dijo que el testimonio de dos
nombres o modos era verdadero; él dijo: "el
testimonio de dos hombres es verdadero". El Padre debe ser
necesaria mente distinto a Jesús, porque sólo así es posible tener,
consistentemente, dos testimonios. Jesús dió testimonio de sí mismo y el Padre
que le envió también dió testimonio de él. Dos testimonios distintos de dos
voliciones distintas, y éstas, a su vez, de dos personas distintas. 2
LA DIVINIDAD DE CRISTO
Jesús es
el único ser en que se han conjugado las naturalezas divina y humana. El hecho
de que Jesús muestre muchas características humanas no menoscaba la realidad de
que él es Dios. Examinemos algunas de las evidencias que demuestran que Jesús
es Dios.
Jesús es
declarado Dios desde el Antiguo Testamento. Compárese el Salmo 45:6-7, con
Hebreos 1:8-9. El Salmo 110:1, con Mateo 22:44. Hay que considerar
también Isaías 7:14, con Mateo 1:22-23 (Isaías 9:6, 40:3).
Jesús se
declaró a sí mismo Dios (Jn. 8:58-59; 10:30;
14:8-9; Ap. 1:17-18).
Jesús es
declarado Dios en el Nuevo Testamento. Lc. 1:16-17;
Jn. 1:1; 20:28; Romanos 9:5; Colosenses 2:9; 1ª Timoteo 3:16; 2ª Pedro 1:1; 1ª
Jn. 5:20.
Jesús es
declarado Dios en razón de sus atributos. ÉL perdonó pecados (Mr. 2:5-7; Lc. 7:48-50). Él es omnipresente (Mt. 18:20; Juan 3:13; Efesios 1:23; 4:10). Él es
omnisciente (Mt. 12:25; Jn. 2:24-25; 21:17;
Colosenses 2:3). Él es omnipotente (Mt.
28:18; He. 1:3). Él es eterno (Mi. 5:2; Jn.
1:1-2; Col. 1:17). Él es inmutable (He.
1:11-12; 13:8).
Jesús es
declarado Dios en razón de que recibe igual adoración y reverencia que el Padre
(Mt. 14:33; 28:9; Ap. 5:8-12).
Jesús es
declarado Dios en razón de que Él creó el universo (Jn.
1:1,3; Col. 1:15-16; He. 1:2, 10).3
1.Marcos Antonio
Ramos, Nuevo Diccionario De Religiones Denominaciones Y Sectas, electronic ed.
(Nashville: Editorial Caribe, 2000, c1998).
[1]Packer,
J. I. Teologı́a Concisa: Una Guı́a a Las Creencias Del Cristianismo
Histórico, 51. Miami, FL: Editorial Unilit, 1998.
2
Mario
Vegal El bautismo en el nombre de Jesús
3
Mario
Vega Manual de doctrinas básicas.
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